Luna sobre Union Square
para Karen y Paul
para Karen y Paul
Pagando respetos al Gandhi de bronce en su jardín encerrado; pasando los muchachos y muchachas ocupados en su cortejo, su rondas, sus vagares o lo que quieras; miro a la luna de la cosecha más allá del neón rojo deletreando “Union Square.” Su luz, un tanto comprometida por las luces de los edificios y las calles, baña a los árboles de la plaza en plata suave, acaricia las caras de l@s jóvenes (y de todo mundo) con un toque tierno. En medio de la bulla todo es pacífico y me imagino que así lo es, en este momento, por toda esta ciudad de Nueva York, esta nación, este mundo.
Pero solamente por un momento, el más breve de momentos, más corto que ahora; la paz plateada de la luna más difícil de imaginar en la forma encogida del hombre desamparado en su cobija hecha garras y sucia acostado al lado del bote de basura en la Calle 17 una cuadra de aquí, en el asalto sucediendo en otra parte de la ciudad, en el bombardeo y balaceo en otra parte del mundo.
Todo es perfecto, dicen; Dios, dicen, es todo bueno — allá en la galaxia, entre los billones de galaxias, los billones de billones de estrellas. Pero nosotros en la orilla más lejana de la Vía Láctea, más pequeño de los planetas sostenido por una estrella menor, vemos a la luna y en nuestro corazón de corazones sabemos que el bien y el mal son las cosas que sufrimos, peculiares a nosotros, tales como los son nuestros dioses. Y la luna — tal vez ni buena ni mala, mas bella de todos modos — rueda sobre Union Square y alrededor de la Tierra — y alrededor de nuestro mundo confuso.
© Rafael Jesús González 2008
Moon Over Union Square
for Karen & Paul
for Karen & Paul
Paying my respects to the bronze Gandhi in his fenced-in garden; past the boys and girls busy in their courting, cruising, hanging or what will you; I gaze at the harvest moon beyond the red neon spelling “Union Square.” Her light, somewhat compromised by the lights of the buildings and the streets, bathes the trees of the square in soft silver, caresses the faces of the youths (and everyone’s else) with a tender touch. In the midst of the bustle all is peaceful, and I imagine it is so, at this moment, throughout this city of New York, this nation, this world.
But just for a moment, the briefest of moments, shorter than now; the silver peace of the moon harder to imagine on the huddled form of the homeless man in his shredded and grimy blanket lying beside the dumpster on 17th Street a block away, the mugging going on in another part of the city, the bombings and shootings in another part of the world.
All is perfection, they say, God, they say, is all good – there in the galaxy, among the billions of galaxies, the billions of billions of stars. But we at the outermost edge of the Milky Way, tiniest of planets held by a minor star, look at the moon and in our heart of hearts know that good and evil are the things we suffer, peculiar to us, just as are our gods. And the moon — perhaps neither good nor evil, but lovely nevertheless — rolls over Union Square and around the Earth — and round our confused world.
© Rafael Jesús González 2008
--
No comments:
Post a Comment