Monday, February 14, 2022

Valentine

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No sería bien dejar pasar el único día del año reservado únicamente para la declaración de amor. Recibes esto hoy por, como escribí una vez, los lazos de sangre, los muchos años de amistad, o unos pocos, tal vez meses, semanas, días o solamente un breve encuentro compartido o aun solo por tu cara y tus bellas palabras “zumbadas” por ciberespacio. (¿Hace cuanto?) Tal vez ni siquiera recibas estas palabras (la dirección de e-mail que tengo para ti no sea la corriente; tal vez hayas muerto) o tal vez si recibes esto, no me recuerdes de nada. La lista ha crecido a través de los años, la memoria se esfuma. Tal vez el cariño que hubo entre nosotros se ha perdido por una larga ausencia, por el olvido, por un delito del corazón. O simplemente el tiempo lo atenúa, lo arrastra. Como la fe y la esperanza, cercanos familiares, se puede perder.

Estas palabras te pueden llegar como un salvavidas o tan delgaditas como hilo de telaraña. Pero porque el mundo está enfermo, la Tierra febril por falta de amor tenemos que tejer la red que nos salve. Este ‘te amo” hilado desde el corazón en el aislamiento impuesto por la pandemia te lleva bendiciones. 

Y también gracias por lo que haces para hacer nuestra revolución. El mundo está en riesgo porque nosotros, los humanos, no hemos aprendido a amar la vida, la Tierra, los unos a los otros. El nuestro debe ser un amor comprometido hecho carne por la acción. Nuestra revolución de corazón y mente tiene que ser informada por un amor feroz. Es el amor en que se arraigan la fe y la esperanza. Hagamos nuestra revolución con tanta alegría como podamos ante los estragos del cambio climático, la crueldad del fascismo. Nuestro amor tiene que ser un sanar. Debido a que la enfermedad es tan profunda y tan grave, tiene que ser un sanar radical. Nos salvaremos sólo si prevalece el amor. 

Como regalo de San Valentín te envío no chocolates en caja con volantes ni un ramo de rosas sino una colección de notas de amor, un ramo de palabras, de cantos.

Rafael Jesús González


It would not do to let by the one day of the year set aside solely for the declaration of love. You receive this today because of, as I once wrote, the bonds of blood, the many years of friendship, or a few, perhaps months, weeks, days, or only a brief meeting shared, or even only because of your face and your beautiful words zoomed through cyberspace. (How long ago?) Perhaps you do not even receive these words (the e-mail address I have for you may not be current; perhaps you have died) or perhaps if you receive this, you do not remember me at all. The list has grown through the years, memory fades. Perhaps what love there was between us is lost because of long absence, forgetfulness, a transgression of the heart. Or simply time attenuates it, fades it, washes it away. Like faith and hope, to which it is close kin, it can be lost.

These words may come to you as a life-line, or only as thin as a thread in a spider’s web. But because the world is ill, the Earth feverish for lack of love, we must weave the net that may save us. This “I love you” spun from the heart in the isolation imposed by the pandemic carries you blessings. 

And also thanks for what you do to make our revolution. The world is at risk because we, humanity, have not learned to love life, the Earth, each other. Ours must be an engaged love given flesh by action. Our revolution of heart and mind must be informed by a fierce love. It is in love that faith and hope are rooted. Let us make our revolution with as much joy as we are able in the face of the pandemic, the ravages of climate change, the cruelty of facism. Our love must be a healing. Because the illness goes so deeply and is so grave, it must be a radical healing. We will be saved only if love prevails.

As Valentine gift, I send you not chocolates in a filly box, nor a bouquet of roses, but a collection of love letters, a bouquet of words, of songs.

Rafael Jesús González



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