15th century anonymous
A colleague friend recently asked me to comment on "I syng of a Mayden," a medieval song on the Annunciation in Middle English of the 15th century. My comments on the evocative poem are probably more than he asked for.
I syng of a mayden þat is makeles, kyng of alle kynges to here sone che ches. | I sing of a maiden That is matchless, King of all kings For her son she chose. |
He came also stylle þer his moder was as dew in aprylle, þat fallyt on þe gras. | He came as still Where his mother was As dew in April That falls on the grass. |
He cam also stylle to his moderes bowr as dew in aprille, þat fallyt on þe flour. | He came as still To his mother's bower As dew in April That falls on the flower. |
He cam also stylle þer his moder lay as dew in Aprille, þat fallyt on þe spray.; | He came as still Where his mother lay As dew in April That falls on the spray. |
Moder & mayden was neuer non but che – wel may swych a lady Godes moder be. | Mother and maiden There was never, ever one but she; Well may such a lady God's mother be. |
The Annunciation (Luke 1.26) has been a popular theme in all forms of Christian art since early Christianity (earliest known painting a fresco in the Catacomb of Priscilla of the 4th century.) It is a frequent theme in Medieval and Renaissance painting in which generally the assertive figure is that of God's emissary the Archangel Gabriel and the young girl Mary (Myriam in Hebrew, 'bitter, rebellious,' a very popular woman's name) is depicted in passive, acquiescent, submissive poses with demure, bowed head. ( There are exceptions, notably the Annunciation of Sandro Botticelli 1490, in which Mary is depicted standing, body twisted in motion, hands extended in a gesture of rejection or reluctance, and the ángel Gabriel is depicted kneeling, in a begging pose.)
Sandro Botticelli 1490
As to the anonymous "I syng of a Mayden," it appears in only one known manuscript with other songs from the 15th century. By all accounts, it was much esteemed in its time and through the centuries up to modern times being set to music by Benjamin Britton in A Ceremony of Carols 1942 and by John Adams in his oratorio El Niño 2000.
That it was found in an anthology of songs such as "I have a gentil cok" has suggested to scholars that the manuscript was probably owned by a wandering minstrel. We do not know if whether "I syng of a mayden" was written by man or woman. My suspicions are that it might well have been written by a woman, most likely a nun (few other women, indeed few people, were literate at the time), a Hildegard of Bingen, a Julian of Norwich. I do not dare suggest that Julian (1342-afer 1416) may have authored it. The poem's dialect has been identified as East Anglian, definitely Norfolk of which Norwich is a district.
"I syng of a mayden" is of an elegant simplicity with steadily repeated variations of phrases with the line "He came as still" (quiet, calm, silence) repeated three times in the five-stanza song to describe the impregnation and delivery of the maiden who is never named. The imagery of the insemination is of the gentlest and fertile of natural happenings: April dew falling on grass, flower, and branch.
Of note is the absence of the Father God and his envoy the Archangel Gabriel from the poem; they are there only because the listeners of the song knew their catechism. The only active actor is the embryo, the fetus, the Son (He came as still in the second, third, and fourth stanzas) whom the listener knows is divinely conceived and born of a virgin, a maiden. He comes, in the third stanza, to her "bower," her alcove or, metaphorically, her womb.
He (Yeshua, 'deliverer, savior,' a common name, Jesus through the Greek) is the only actor. Yet the poem is about the Virgin, the maiden; it is she of whom the singer sings. The Father God's will is not mentioned, nor is His angel messenger. The only act of volition, of will is attributed to her. She chooses the Son (in the poem, He is not imposed upon her by the God Father's will, but by her choice.) "I syng of a mayden" carries a subtle, delicate note of rebellion in emphasizing Mary's choice, will. As Luke tells it, Mary's choice is merely acquiescence to Father God's will. "Behold the handmaid of the Lord; be it done to me according to thy word."
The Annunciation is arguably the single most important event upon which Christianity (a Jewish sect) is founded, the act by which the Word is made incarnate, and earns the maiden-mother Mary the title of "Co-redemptrix" and is the basis of traditional Christianity's Mariology, and makes Mary the favored subject of the greater part of Gothic and Renaissance art.
Woman (Eve) chose to steal knowledge from God; Woman (Mary) chose to bring the Redeemer into the world. In a time of egregious misogyny, of toxic masculinity, in which women are stripped of choice over their own bodies, "I sing of a maiden" sounds a crucially important note: the ultimate choice of a woman over her own body, herself.
Without woman there cannot be physicality, the Divine cannot materialize but must remain some kind of dictatorial abstraction human in that we created "Him" in the image of millenniums of patriarchy. (The Cross stripped of the Corpus, the body becomes but the abstract symbol of Patriarch God, parochial and harsh.) The revolution of Myrium (Mary) and her son Yeshua (Jesus) is an on-going one.
© Rafael Jesús González 2022
Un amigo colega me pidió recientemente que comentara sobre “I syng of a mayden” (Yo canto de una doncella), una canción medieval sobre la Anunciación en inglés medio del siglo XV. Mis comentarios sobre el poema evocativo son probablemente más de lo que pidió.
Canto de una doncella
sin igual,
Rey de Reyes
Elegió por hijo.
Él Vino tan cayado
a dondé su madre estaba
como el rocío en abril
que cae en la hierba.
Él vino tan cayado
A la alcoba de su madre
como el rocío en abril
que cae en la flor.
Él vino tan cayado
A donde su madre yacía
como el rocío en abril
que cae en la rama.
Madre y virgen
Nunca jamás hubo como ella;
Bien puede tal dama
Ser madre de dios.
La Anunciación (Lucas 1:26), ha sido un tema popular en todas las formas de arte cristiano desde el cristianismo primitivo (la más antigua conocida pintura un fresco en la Catacumba de Priscila del siglo IV). Es un tema frecuente en la pintura medieval y renacentista en el que generalmente la figura asertiva es la del emisario de Dios, el arcángel Gabriel, y la joven María (Myriam en hebreo, "amargo, rebelde", un nombre de mujer muy popular) se representa en poses pasivas, aquiescentes y sumisas con recatada cabeza inclinada. (Hay excepciones, en particular la Anunciación de Sandro Botticelli, 1490, en la que se representa a María de pie, el cuerpo torcido en movimiento, las manos extendidas en un gesto de rechazo, reticencia, y el ángel Gabriel se representa arrodillado, en actitud de ruego).
En cuanto al anónimo “Yo canto de una doncella”, aparece en un solo manuscrito conocido con otras canciones del siglo XV. A decir de todos, fue muy apreciado en su época y a lo largo de los siglos hasta la actualidad, siendo puesto en música por Benjamin Britton en A Ceremony of Carols, 1942 y por John Adams en su oratorio El Niño, 2000.
El hecho de que se encontrara en una antología de canciones como "Tengo un gentil gallo" ha sugerido a los estudiosos que el manuscrito probablemente pertenecía a un juglar errante. No sabemos si “Yo canto de una doncella” fue escrito por hombre o mujer. Mis sospechas son que bien pudo haber sido escrito por una mujer, muy probablemente una monja (pocas otras mujeres, de hecho pocas personas, sabían leer y escribir en ese momento), una Hildegard de Bingen, una Juliana de Norwich. No me atrevo a sugerir que Juliana (1343 - después de 1416) pueda haberlo escrito. El dialecto del poema ha sido identificado como East Anglian (anglo oriental), definitivamente Norfolk, del cual Norwich es un distrito.
“Yo canto de una doncella” es de una elegante simplicidad con variaciones de frases constantemente repetidas con la línea "Él vino como quieto" (silencio, calma, silencio) repetida tres veces en la canción de cinco estrofas para describir la impregnación y el parto de la doncella que nunca se nombra. Las imágenes de la inseminación son del más suave y fértil de los acontecimientos naturales: el rocío de abril cayendo sobre la hierba, la flor y la rama.
Es de destacar la ausencia del Dios Padre y su enviado el arcángel Gabriel en el poema; están allí solo porque los oyentes de la canción conocían su catecismo. El único actor activo es el embrión, el feto, el Hijo (Él vino como quieto en las estrofas segunda, tercera y cuarta) de quien el oyente sabe que es divino nacido de una virgen, la doncella. Viene, en la tercera estrofa, a su “enramada”, su alcoba o, metafóricamente, su vientre.
Él (Yeshua, “libertador, salvador”, nombre común, Jesús a través del griego) es el único actor. Sin embargo, el poema trata de la Virgen, la doncella. Es ella de quien canta el o la cantante. No se menciona la voluntad de Dios Padre, ni su ángel mensajero. El único acto de volición, de voluntad, es el de la Doncella. Ella elige al Hijo (en el poema, Él no se le impone por la voluntad del Dios Padre, sino por su elección de ella). "Yo canto de una doncella" lleva una nota sutil y delicada de rebelión al enfatizar la elección de María, voluntad. Como lo relata Lucas, la elección de María es simplemente una aquiescencia a la voluntad de Dios Padre: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra.”
Podría decirse que la Anunciación es el evento más importante sobre el cual se funda el cristianismo (secta judía), el acto por el cual el Verbo se encarna y le otorga a la doncella madre María el título de “Corredentora” y es la base de la mariología del cristianismo tradicional, y convierte a María en el tema predilecto de la mayor parte del arte gótico y renacentista.
Mujer (Eva) eligió robar el conocimiento de Dios; Mujer (María) eligió traer al Redentor al mundo. En una época de atroz misoginia, de masculinidad tóxica, en la que las mujeres no tienen elección sobre su propio cuerpo, "Yo canto de una doncella" suena una nota crucialmente importante: la elección final de una mujer sobre su propio cuerpo, ella misma. Sin la mujer no puede haber fisicalidad, lo Divino no puede materializarse sino que debe seguir siendo una especie de abstracción dictatorial humana en que lo creamos a “Él” a imagen de milenios de patriarcado. (La Cruz despojada del Corpus, el cuerpo, se convierte en símbolo abstracto del Dios Patriarca, parroquial y duro.) La revolución de Myrium (María) y su hijo Yeshua (Jesús) sigue.
© Rafael Jesús González 2022
-
No comments:
Post a Comment