The last Thursday of November is a U.S. holiday set aside for thanksgiving. Deplorable in its origins in the bloody colonization of North America by the English, sentimental in its legend, Thanksgiving Day is nevertheless archetypal, mythic, universal, for gratitude and its expression are one of the noblest experiences of humankind. It is one of the taproots of spirituality, keystone of all religion. It celebrates familial, community ties, and the sharing of food, primal act of bonding, of human connection. We must give thanks to life and all that sustains it as Violeta Parra sings.
It will be a difficult holiday for many of us. Many will be homeless because our homes burned in the wildfires or were torn apart by the storms and floods of the feverish Earth, or because we simply cannot afford shelter in an economic system based on greed. Many will go hungry. The country is divided by the most deplorable sentiments of its national character: racism and bigotry, greed and lust for power, misogyny, fear. What democracy we have laboriously, painfully created during almost 250 years is undermined and attacked by fascism. Wars in the world, genocide in the Holy Land of Palestinians committed by Israel and the United States.
Our prayers of thanks will be said through tears and dread, but thanks must be said for the very gift of life itself, the beauty and the bounty of the sacred Earth, no matter how blasphemed and abused by human folly. Thanks must be given for the compassion and good, the desire for justice and peace carried by the human heart. Thanks for the dedication and self-sacrifice of those who serve the Earth, justice, peace. Thanks for our ability to love upon which the revolution that we must make is rooted. Thanks for one another. Thanks for our Beloved Community.
I share with you a blessing written in a happier time at the end of the last century (1998), not without its difficulties to be sure, but one less burdened by the darkness of these current times. I offer it to you with love and hope:
Grace
Thanks and blessing be
to the Sun and the Earth
for this bread and this wine,
this fruit, this meat, this salt,
this food;
thanks be and blessing to them
who prepare it, who serve it;
thanks and blessing to them
who share it
(and also the absent and the dead.)
Thanks and blessing to them who bring it
(may they not want),
to them who plant and tend it,
harvest and gather it
(may they not want);
thanks and blessing to them who work
and blessing to them who cannot;
may they not want — for their hunger
sours the wine
and robs the salt of its taste.
Thanks be for the sustenance and strength
for our dance and the work of justice, of peace.
© Rafael Jesús González 2024
(The Montserrat Review, Issue 6, Spring 2003
[nominated for the Hobblestock Peace Poetry Award];
author’s copyrights.)
El ultimo jueves de noviembre es fiesta patria estadounidense dedicada a acción de gracias. Deplorable en sus orígenes, en la sangrienta colonización de Norte América por los ingleses, sentimental en su leyenda, el Día de acción de gracias es sin embargo arquetípica, mítica, universal pues la gratitud y su expresión son una de la experiencias más nobles de la humanidad. Es una de las raíces principales de la espiritualidad, la clave de toda religión. Celebra las ligas familiares, comunitarias y el compartir de alimento, acto primario de unión, de conexión humana. Debemos dar gracias a la vida y todo lo que la sostiene como lo canta Violeta Parra.
Será una fiesta difícil para muchos de nosotros. Muchos estaremos sin hogar porque nuestras casas se quemaron en los incendios de los bosques o se destrozaron en las tormentas e inundaciones de la Tierra febril o porque simplemente no pueden tener techo en un sistema económico basado en la codicia. Muchos pasaremos hambre. El país está dividido por los sentimientos más deplorables del carácter nacional: racismo e intolerancia, codicia y ansia del poder, misoginia, temor. La democracia que hemos creado laboriosa y dolorosamente durante casi 250 años está debilitada y atacada por el fascismo. Guerras en el mundo, genocidio en la Tierra Santa de los palestinos cometido por Israel y los Estados Unidos.
Nuestros rezos de gracias serán dichos entre lágrimas y temor, pero las gracias se tienen que dar por el mero don de la vida misma, la belleza y generosidad de la bendita Tierra no importa que tan blasfemada y abusada sea por la locura humana. Hay que dar gracias por la compasión y el bien, el deseo por la justicia y la paz que lleva el corazón humano. Gracias por la dedicación y el sacrificio de los que sirven a la Tierra, la justicia, la paz. Gracias por nuestra capacidad de amar en la que se debe arraigar la revolución que tenemos que hacer. Gracias el uno por el otro. Gracias por nuestra Comunidad Amada.
Comparto contigo una bendición escrita en tiempos más dichosos (1998) no sin sus dificultades seguramente pero menos agobiados por la oscuridad de estos tiempos actuales. Te la ofrezco con amor y esperanza.
Gracias
Gracias y benditos sean
el Sol y la Tierra
por este pan y este vino,
esta fruta, esta carne, esta sal,
este alimento;
gracias y bendiciones
a quienes lo preparan, lo sirven;
gracias y bendiciones
a quienes lo comparten
(y también a los ausentes y a los difuntos.)
Gracias y bendiciones a quienes lo traen
(que no les falte),
a quienes lo siembran y cultivan,
lo cosechan y lo recogen
(que no les falte);
gracias y bendiciones a los que trabajan
y bendiciones a los que no puedan;
que no les falte — su hambre
hace agrio el vino
y le roba el gusto a la sal.
Gracias por el sustento y la fuerza
para nuestro bailar y nuestra labor
por la justicia y la paz.
© Rafael Jesús González 2024
(The Montserrat Review, no. 6, primavera 2003
[postulado para el Premio de la Poesía por la Paz Hobblestock];
derechos reservados del autor.)
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