Silver Dollar Moon
Moonlight floods the room and won't let me sleep, the moon in the window, a big silver dollar. The All-Mighty Dollar, one might say, except that a single dollar won't buy much of anything anymore. But if one has many dollars — say millions, billions — they will buy a government, a country, and in this global age, a world to be eaten, devoured, its bones picked clean: its food poisoned, and torn apart and poisoned the soil that bears it; its water poisoned and dammed and sold for profit; its air poisoned by waste; fire made unholy by the bombs and missiles rained upon those who won't do as we want.
The supreme court of the land has decreed what we already knew: that money talks. And by some logic, I suppose, that talk is speech. And being speech, that it must be free of all restraint to have its say. And so, if you have a lot of dough, you may out-shout all others and drown their voices with your lies. That's what it said.
And now, with 40% of the nation's wealth in the hands of the 1% fortunate (or predatory) enough to have it, we face off in an unfair shouting match, with big voices the haves and the have-nots virtually mute, with many of the haves-some caught scared in the middle. These, though their some be much reduced and dwindling day by day, may refuse to believe that their some may come to none, and victims of their own myths and against their own interests, side with the filthy rich.
So it is, the moon reminds me, in this land of the free, this home of the brave. In the midst of the din, it may behoove us to stop our ears enough to think a bit and according to our lights choose between the Democrats (of some conscience and more responsive to the have-nots and haves-some) and the Republicans (totally committed to the haves). The choice is not as great as we would wish it (both are committed to the broken and unviable economics of Capitalism and empire) but it is very clear.
The indifferent moon, pitilessly depriving me of sleep, does not care a whit whether we live or die, go extinct as the dinosaurs or thrive. It is up to us and no one else; we must go out and occupy the voting booths throughout the land — and through them occupy the White House, the Senate, Congress, and all else. It is not a matter of the flip of a coin, penny or dollar (such implies equal impartiality; there is none) — it is a matter of will. We must, like this flood of moonlight in the room, with the vote occupy, occupy, occupy.
© Rafael Jesús González 2012
Luna dólar de plata
La luz de la luna inunda el cuarto y no me permite dormir, la luna en la ventana un gran dólar de plata. El dólar todo poderoso, uno diría, excepto que un solo dólar ya no compra mucho de nada. Pero si uno tiene muchos dólares — digamos millones, billones — comprarán un gobierno, un país, y en esta época global, un mundo para ser comido, devorado, sus huesos dejados limpios: sus alimentos envenenados y rota y envenenada la tierra que los produce; su agua envenenada y represada para lucro; su aire envenenado con desperdicio; el fuego hecho impío por las bombas y misiles dejados caer sobre los que no hagan lo que queramos.
La corte suprema del país ha decretado lo que ya sabíamos: que el dinero habla. Y por alguna lógica me supongo, que el hablar es expresión. Y siendo expresión debe ser libre de toda restricción para tener su voz. Y bien, si tienes mucha pasta podrás gritar sobre todos y ahogar sus voces con tus mentiras. Eso es lo que dijo.
Y ahora, con el 40% de la riqueza de la nación en las manos del 1% afortunados (o predatorios) lo suficientemente para tenerla, nos enfrentamos en un partido de gritos desigual, con voces grandes los que tienen y los que no tienen casi mudos, con muchos de los que tienen algo cogidos por el miedo en medio. Estos, aunque su algo sea reducido mucho y menguando día por día, negándose creer que su algo llegue a nada y víctimas de sus propios mitos y contra sus propios intereses se aliñarán con los asquerosos de ricos.
Así es, me recuerda la luna, en esta tierra de los libres, este hogar de los valientes. En medio de la gritería puede que nos valdría la pena taparnos los oídos lo suficiente para pensar un poco y según nuestras luces escoger entre los Demócratas (de alguna conciencia y más sensibles a los sin nada y a los con algo) y los Republicanos (enteramente comprometidos a los que tienen). La opción no es tan grande como la quisiéramos (ambos son comprometidos a la economía rota e inviable del capitalismo y el emperio) pero está muy clara.
A la indiferente luna despiadadamente privándome del sueño no le importa una pizca si vivamos o no, nos hagamos extintos como los dinosaurios o prosperemos. Depende de nosotros y de nadie mas; tenemos que salir y ocupar las casillas de votación a través del país — y a través de ellas ocupar la Casa Blanca, el Senado, el Congreso y todo lo demás. No se trata de tirar una moneda, centavo o dólar (tal implica igualdad imparcial; no la hay) — se trata de la voluntad. Debemos, como esta torrente de luz lunar en el cuarto con el voto ocupar, ocupar, ocupar.
© Rafael Jesús González 2012