-
Pagano con rama de palma
(descubierto en el último siglo, el evangelio según Alexis el ateniense)
He
viajado por las tierras bajo César Augusto y el mundo es tanto lo
mismo; los ricos reinan y la justicia es cosa incierta y hay más guerra
que paz. Aquí entre esta gente que se llaman Israel, no es nada
diferente. He estudiado muchos dioses y lo que se dicen de ellos y este
dios de los judíos aparece poco distinto a los demás, excepto por su
soledad. Aquí me llaman pagano que significa que creo en muchos dioses.
Los judíos creen en solamente uno, un varón del cual se prohíbe hacer
ninguna imagen y aun decir su nombre. Pero cuando cuentan de él parece
ser mucho como nuestro propio Zeus o Júpiter — celoso, vengativo, justo,
arbitrario, sangriento, bondadoso con los suyos, pero no como Zeus con
alguna diosa que lo mantenga dulce. En verdad, no como nuestro Zeus, no
parece que le plazcan mucho las mujeres. Le llaman Padre a su dios, pero
¿cómo puede ser un padre sin una madre a lo menos que sea bendita Gaea,
La Tierra misma? Y en verdad, ella tiene su Sol. Estos judíos ni
pintan, ni hacen de barro o madera o piedra ninguna imagen de su dios
mas en vez idolatran sus extrañas ideas de él.
Ahora me
encuentro en Jerusalén para las celebraciones primaverales de los
judíos. Jerusalén es hermoso en esta temporada del año y no puedo mas
que estar feliz con esta rama de palma que alguien me ha puesto en la
mano. Un buen gentío le dan la bienvenida a un joven profeta que he
estado observando por algunos años. Jesua le llaman, Iesus en nuestro
griego. Hijo de Josef el carpintero, viene del campo, el pueblo de
Nazaret, habiendo dejado su artesanía para enseñar. Es un hombre no
usual en ningún sentido y se le adscriben maravillas tales como cambiar
el agua a vino, y andar sobre el agua, y resucitar a los muertos, echar
fuera a demonios, sanar, darles de comer a multitudes.
No
lo sé. He presenciado sólo una de esas dichas maravillas, una vez que
había de haber alimentado a la muchedumbre. Predicó en una colina y la
gente vino del campo para oírle, una buena muchedumbre (aunque no las
miríadas que crecen con cada recuento.) Sí, habló largamente y la gente
permanecieron más de lo que intentaban. Pero recordemos, estas son gente
del campo, campesinos y pescadores que bien saben llevar comida en sus
mochilas cuando salen, pan burdo, pescados en sal o desecados, fruta.
Todo en cuenta, me atrevo a decir que había lo suficiente para
compartir. Se dice que este Iesus multiplicó sólo siete piezas de pan y
algunos pocos pescados para dar de comer a todos. Tal vez; La Tierra es
llena de maravillas, pero lo dudo. Si maravilla se le pueda llamar, fue
suficiente que haya abierto los corazones y la generosidad de la gente
para que compartieran su comida con los que no tenían. Supongo que esa
es maravilla suficiente.
A este Iesus, no como al dios
de su pueblo, le gustan mucho las mujeres y frecuenta su compañía,
asociándose con las mujeres de las más bajas y despreciadas entre los
judíos, como las samaritanas y tal. De hecho, particularmente cerca a él
es una Mariam, una mujer de Magdala que algunas lenguas venenosas
llaman ramera, paria aquí, no como las benditas mujeres en nuestros
templos a Divina Afrodita. No lo dudo que haya liga amorosa entre Iesus y
esta Mariam la Magdalena que ninguna pinta de puta tiene y es muy
respetada.
No obstante, es aparente que igual le gustan
los hombres. Siempre tiene a su alrededor un pequeño grupo de favoritos
que cuelgan de cada palabra que dice, adorando el suelo en que pisa. De
estos su más favorito es un joven guapo llamado Yojanan, por obvias
razones llamado “el bien amado.” Es aparente que están enamorados uno
del otro. Estos hombres por la mayor parte es gente sencilla,
campesinos, pescadores, artesanos, mercaderes, analfabetos, aunque
algunos de ellos estoy seguro tienen algún conocimiento, ciertamente a
lo menos en las enseñanzas de su religión, algunos de ellos como Iesus
probablemente rabíes de pueblo.
No tienen mucho, en
verdad este Iesus no es muy popular entre las clases ricas, refinadas.
Se asocia demasiado con las mujeres y los niños, con los despreciados,
los pobres, los desamparados, los enfermos, los ignorantes, los parias.
El hecho es que para hablar por los desafortunados este judío pone a
prueba las leyes de su antiguo culto. Lo he visto salvar de ser
apedreada según la ley de los hebreos a una pobre mujer prendida en
adulterio avergonzando a los aldeanos de sus propias transgresiones.
Predica que se debe abrigar a los desamparados, que a los enfermos se
les debe curar, que a los ignorantes se les debe enseñar, que a los
extranjeros y parias se les debe abrazar, a los prisioneros se les debe
visitar. El hueso de su enseñanza es el amor; la carne es la justicia y
la paz.
He hablado con su madre Mariam y con sus
hermanos Yacob y Yoses y Simón y Yejuda y con sus hermanas, su familia a
quien ha dejado para predicar. Unos dicen que lo creen desquiciado, que
sus parientes lo han tratado de detener por loco. Lo dudo (de hecho,
creo que algunos de sus hermanos forman parte de su círculo íntimo.) Le
he escuchado hablar y tiene mucho sentido. Habla bien y con fuerza, pero
sus palabras hacia los poderosos tienen piquete. Iesus no se cohíbe en
llamarles hipócritas, administradores infieles y tales cosas. En sus
ojos no son tanto guardianes de la ley sino abusadores de ella. Y de
hecho así parece ser. Se engordan con el sufrimiento de otros y no
veneran a nuestra madre Gaea La Tierra.
Otra cosa es
que no cree mucho en la virtud del trabajo, trabajar para producir
cuando no sirve ningún propósito mas el de producir y producir. Lo he
oído decir que La Tierra ya tiene lo suficiente para sostenernos
señalando las flores del campo que son más hermosas que las lujosas
vestimentas de Salomón el legendario rey de los judíos. Por cierto que
Iesus respeta el labor honorable de los campesinos, los pescadores, los
artesanos, los mercaderes, pero aborrece la usura, la avaricia. Lo he
visto en ira volcar las mesas de los cambistas de dinero en el templo,
cosa que causó rabia entre los banqueros y tales, para no mencionar los
sacerdotes. Le he oído decirle a un joven heredero de una familia
adinerada que es más difícil para un rico entrar al paraíso que para un
camello pasar por el ojo de una aguja. (Creo que le llaman “El Ojo de
Aguja” a la puerta más estrecha de la ciudad.) No, a los ricos y a los
poderosos no les agrada mucho Iesus.
Es un hombre
bondadoso este joven predicador que le gusta enseñar a través de cuentos
cuyo mensaje principal es: fuiste invitado a festejar y no viniste. No
me sorprendiera que si él pudiera cambiaría el agua a vino. Ciertamente
puede cambiar los corazones de sus oyentes a algo más dulce y más bueno.
Tal como trata de cambiar la imagen de Jehová (el nombre no hablado de
su dios severo) a la más gentil, amable imagen suya misma. Aunque poco
tiene de afeminado este Iesus sin embargo tiene mucho de lo femenino en
su ser. Creo que trata de darle a su dios lo que a Jehová verdaderamente
le falta - una madre, una hermana, o una esposa.
Camina
un sendero peligroso Iesus, metiéndose con la imagen áspera, de sólo
una dimensión del dios de su nación. - No juzgues si no quieres ser
juzgado - dice, pero temo que él es ya muy juzgado. - El que esté libre
de pecada lance la primera piedra - desafía, y temo que ya hay muchos
muy listos para apedrearlo. Es peligroso ensanchar las dimensiones de
los dioses, especialmente de esos que existen sólo en las cabezas de la
gente, definidos en los libros, sus leyes minuciosamente prescribidas
(nuestro propio Sócrates fue matado acusado de desdén hacia los dioses.)
Y es lo que justamente hace Iesus. Lo he oído decir que trae un nuevo
mandamiento que suspende toda previa ley: ama a dios sobre todas las
cosas y ama a tu prójimo como a ti mismo. Y no dijo solamente tu prójimo
judío sino que incluyó a todos nosotros los paganos también. En otra
ocasión dijo que la ley fue hecha para la humanidad y no la humanidad
para la ley. Cosas peligrosas.
Lo que verdaderamente
temen los poderosos es que un Sócrates, un Iesus, y otros de su tipo
puedan incitar a la gente a cuestionar, a pensar. El pensar conduce al
juzgar, el juzgar a reclamar. Y demandas conducen tal vez a la acción.
Ante un pueblo despierto aun César debe temblar. Los mansos justamente
puedan heredar La Tierra como dice Iesus, pero los mansos tendrán
primero que encontrar su voz y hablar. Acaba de decir que si estos se
mantuviesen callados, las piedras mismas gritarían.
El
día es hermoso y en verdad no me molesta llevar esta rama de palma. Creo
que yo también estoy un tanto enamorado de este bello hombre. Hay tanta
ternura y regocijo en él - y verdaderamente tanto valor. La muchedumbre
grita sus hosannas, hosannas jubilosamente cuando entra a la ciudad
para celebrar su antigua celebración primaveral de los judíos, el
banquete ritual en memoria de su liberación de la esclavitud. Es un
tiempo jubiloso y la gente son todos alegres que sea la primavera. Hay
flores entre las ramas de palma regadas ante las pesuñas del burrito
gris que Iesus monta por la calle. Por Kore, es un día glorioso para
estar vivo. Nos sonreímos unos a los otros y nos damos las manos y nos
abrazamos - judíos y los griegos, egipcios, siríacos, árabes, romanos
entre ellos, representativos de todos nosotros los paganos. Muchos
llevan ramas de palma sólo porque alguien se las puso en las manos y
desean compartir en el festejo. Es un día glorioso en el cual batir
ramas de palma.
Pero me preocupo por él. Dice su verdad
libremente y los sacerdotes, los ricos, los poderosos no están nada
contentos. ¿Qué si más gente le escuchara, verdaderamente le escuchara?
¿Qué si la gente verdaderamente deseara la justicia y la paz? ¿Qué si?
Luego, por las Gracias, sería verdaderamente glorioso y me contentaría
batir una rama de palma todos los días que yo viva. Pero no soy
sacerdote idólatra, ni soy rico, ni poderoso - la avaricia y el hambre
por el poder son aflicciones terribles. Y hay los temerosos, los
supersticiosos, los insensatos. La gente son de opiniones divididas;
algunos morirían por él, algunos lo apedrearían por blasfemo, algunos
vacilan, cambian de opinión de un momento al otro. Uno oye rumores y hay
muchos que no están gustosos. Este Iesus, no creo que vivirá mucho.
Camina un sendero peligroso. Yo, el heleno, el pagano, temo por él. Los
ricos y los poderosos no lo aman mucho.
Pero es por
nosotros, la gente que me pregunto. Nuestros gobernantes de hecho son
hipócritas - embusteros y estafadores, ladrones y canallas, fomentadores
de la guerra que tienen por poco a La Tierra y tuercen la ley que
protegiera al bien común a sus propias ventajas haciéndose cada vez más
ricos y poderosos a nuestro costo. Y aun así, varias veces ya la
multitud misma hubiera matado a Iesus. Esto no es bueno por ninguna
medida.
Hoy nos juntamos y batimos ramas de palma y
gritamos - ¡Hosanna! !Hosanna! - en regocijo de la primavera y de Iesus y
de uno al otro, pero este regocijo que debería ser la raíz de nuestro
poder mañana se disipará y nuestras cargas no se harán un grano de trigo
más livianas. A menos, a menos que encontrando nuestra voz reclamemos
por justicia y paz y veneración por la bendita Tierra.
Esta
gente dice que la humanidad fue echada fuera de un paraíso terrestre y
que debemos buscar un paraíso al otro lado de la muerte. Pero es aquí,
en esta vida que sufrimos hambre y sed, que sufrimos el frío y el calor,
que sufrimos los resultados de la ignorancia y el temor, que hacemos
guerra y nos matamos unos a los otros - y sobre todo, es aquí en esta
vida donde amamos, gozamos del sol y las aguas, y el sabor del pan y del
vino, y el éxtasis del baile y de la música y del arte. Es aquí donde
se vive y si sufrimiento hay, es solamente aquí donde conocemos lo que
hay de conocer de la alegría y felicidad.
No, nunca
fuimos echados del paraíso. Sólo lo hemos echado a perder con nuestra
falta de cuidado y nuestra codicia por riqueza y hambre por el poder, y
guerra. Iesus habla del reino de su Padre-Dios pero la justicia y la
piedad y el amor que prescribe son de La Tierra y de ninguna otra parte.
¿Por
cuanto más toleraremos ser gobernados por ladrones y mentirosos,
hipócritas y fomentadores de guerra? El heleno, el ateneo en mí me lo
pregunta impaciente de la sumisión nuestra de la gente. Los mansos
tendrán que hablar porque nuestro silencio es una gran traición. Me
preocupo por nosotros. ¿Escucharemos y crearemos su reino apacible de
los justos y los bondadosos? Si suficientes de nosotros lo deseáramos
¿quién nos lo podría impedir? Depende de nosotros.
No creo que Iesus viva mucho. Los ricos y los poderosos no lo aman bien.
© Rafael Jesús González 2018
(Del
sermón predicado por el autor el Domingo de Palmas 2002 en La Iglesia
por la hermandad de todos los pueblos fundada por el Dr. Howard Thurman,
San Francisco, California a invitación de su pastor el Dr. Dorsey Blake. Derechos reservados del autor.)
Pagan Bearing Palm Branch
(discovered in the last century, Gospel according to Alexis the Athenian)
I
have traveled throughout the lands under Caesar Augustus and the world
is much the same; the rich rule and justice is an uncertain thing and
there is more war than peace. Here among these people who call
themselves Israel, it is no different. I have studied many gods and what
is said of them and this god of the Jews seems but little different
from the rest, except for his aloneness. They call me gentile here which
means that I believe in many gods. The Jews believe in one only, a male
of whom they are prohibited of making an image, or even saying his
name. Yet when they tell of him he seems much like our own Zeus or
Jupiter — jealous, vengeful, just, arbitrary, blood-thirsty, kind to his
own, but unlike Zeus, without a goddess to keep him sweet. Indeed,
unlike our Zeuz, he does not seem to like women much. They call their
god Father, but how is there a father without a mother unless it be holy
Gaea, the Earth herself? And in truth, she has her Sun. These Jews do
not paint nor make clay or wood or stone images of their god but idolize
instead their strange ideas of him.
Now I find myself
in Yerusalem for the Spring celebrations of the Jews. Yerusalem is
lovely this time of year and festive and I cannot but be joyful holding a
palm branch someone thrust into my hand. A goodly crowd is welcoming a
young prophet I have been observing for some odd years. Yeshua they call
him, Iesous in our Greek. Son of Yoseph the carpenter, he comes from
the countryside, the village of Nazaret, having left behind his craft to
teach. He is an unusual man by any count and wonders have been ascribed
to him such as changing water into wine, and walking upon water, and
raising up the dead, casting out demons, healing, feeding a multitude.
I
do not know. I have been present at only one of such purported wonders,
a time he is supposed to have fed the crowd. He spoke atop a small hill
and people came to hear him from about the countryside, a good sized
crowd (though not the myriads that have grown with each telling.) Yes,
he spoke long and the folk overstayed their intentions and had to eat.
But let us remember, these are country folk, peasants and fishermen, who
know well enough to carry food in their knapsacks when they go on an
outing, coarse bread, salted or dried fish, fruit. All in all, I dare
say there was enough to share. It is said this Iesous multiplied but
seven loaves of bread and a few fishes to feed them all. Perhaps; the
Earth is full of wonders, but I doubt it. If miracle you can call it, it
was enough that he opened the hearts and generosity of the people to
share their food with those that had none. I suppose that is miracle
enough.
This Iesous, unlike the god of his people,
likes women much and frequents their company, consorting with women of
even the most lowly and despised among the Jews, like the Samaritans and
such. Indeed particularly close to him is one Maryam, a woman of
Magdala by some venomous tongues called a prostitute, a social outcast
here, not like the holy women in our temples devoted to Divine
Aphrodite. I doubt not but there is an amorous tie between Iesous and
this Maryam the Magdalene who has nothing of the whore and is much
respected.
Still, it is apparent that he likes men just
as well. He always has about him a small group of favorites that hang
upon every word he says, worshipping the ground he walks upon. Of these,
his very favorite is a comely youth named Yohanan, for obvious reasons
called “the beloved.” It is apparent that they are enamored each of the
other. These men are for the most part simple folk, peasants, fishermen,
artisans, tradesmen, illiterate, though some I am sure have some
learning, certainly at least in the lore of their religion, some like
Iesous probably village rabbis.
They do not have much,
indeed this Iesous is not much popular among the rich, the polite
classes. He consorts too much with women and children, with the
despised, the poor, the homeless, the sick, the unlearned, the outcasts.
The fact is that to speak for the unfortunate this Jew puts to test the
laws of his ancient cult. I have seen him save a poor woman, caught in
adultery, from being stoned to death, according to the law of the
Hebrews, by shaming the villagers with their own transgressions. He
preaches that the homeless must be sheltered, that the sick must be
healed, that the ignorant must be taught, that the foreigner and outcast
must be embraced, the prisoner visited. The bone of his teaching is
love; the meat is justice and peace.
I have spoken with
his mother Maryam and his brothers Yacob and Yoses and Shimon and
Yehudhah, and his sisters, his family whom he has left for his
preaching. Some say that they think him daft, that his kinsmen try to
restrain him as mad. I doubt it (indeed, I believe some of his brothers
form part of his inner circle.) I have heard him speak and he makes much
sense. He speaks well and strongly, but there is a sting in his words
to the powerful. Iesous does not hesitate to call them hypocrites,
unfaithful stewards, and such. In his eyes, they are not so much the
keepers of the law, but abusers of it. And indeed it would appear so.
They grow fat on the suffering of others and do not honor our mother
Gaea The Earth.
Another thing is that he does not much
believe in the virtue of labor, of work to produce what serves no
purpose but to produce and produce. I have heard him say that the Earth
already holds enough to sustain us pointing out that the flowers of the
fields are more beautiful than the luxurious vestments of Shelomon the
legendary king of the Jews. Iesous certainly respects the honest work of
the peasants, the fishermen, the artisans, the tradesmen, but he abhors
usury, greed. I have seen him in anger upset the counting tables of the
money changers in the temple, which caused much outrage among the
bankers and such, not to mention the priests. I have heard him tell the
young heir of a wealthy family that it is more difficult for a rich man
to enter paradise than it is for a camel to pass through the eye of a
needle. (I believe they call the narrowest gate to the city “The
Needle's Eye.”) No, the rich and the powerful do not much like Iesous.
He
is a gentle man this young preacher who is fond of teaching through
stories whose principle message is: “you were invited to party but you
did not come.” I would not put it past him, if he could, to change water
into wine. He can certainly change the hearts of his listeners to
something sweeter and more good. Just as he tries to change the image of
Jehova (the unspoken name of their harsh god) into the gentler, kinder
image of his own. Although there is little effeminate about this Iesous
still there is much that is feminine in his nature. I believe he is
trying to give his god the one thing Yehova really lacks — a mother, or a
sister, or a wife.
He treads a dangerous path, does
Iesous, tampering with the stern, one-dimensional image of his nation's
god. Judge not lest thou be judged, he says, but I fear he is much
judged already. You without sin cast the first stone, he challenges, and
I fear there are already many all too willing to stone him. It is
dangerous to broaden the dimensions of the gods, especially those that
exist only in people's heads, defined in books, their laws minutely
prescribed (our own Socrates was killed accused of contempt for the
gods.) And Iesous does just that. I have heard him say that he brings a
new commandment to supersede all previous law: love god above all else
and your neighbor as you do yourself. And he did not specify only your
Jewish neighbor, but included all us gentiles too. Another time, he said
that the law was made for humankind and not humankind for the law.
Dangerous stuff.
What the powerful really fear is that a
Socrates, a Iesous, and others of their kind may incite the people to
question, to think. Thought leads to judgement, judgement to demand. And
demands perhaps to action. Before a people aroused, even Caesar must
quake. The meek just may inherit the Earth, as Iesous says, but first
the meek must find their voice and speak. He has just said that if these
should remain silent, the stones themselves would cry out.
The
day is beautiful and indeed I do not mind holding this palm branch. I
think I too am a bit in love with this beautiful man. There is so much
kindness and joy in him - and truly so much courage. The crowd cries its
hosannas, hosannas jubilantly as he enters the city to celebrate their
ancient Spring celebration, the ritual feast marking their freedom from
slavery. It is a joyous time and the people are all glad that it is
Spring. There are flowers among the palm fronds strewn before the hoofs
of the little gray ass Iesous rides through the street. By Kore, it is a
glorious day to be alive. We smile at one another and shake hands and
hug — Jews and the Greeks, Egyptians, Syrians, Arabs, Romans, among
them, representative of all us gentiles. Many carry palm fronds only
because someone pressed them into their hands and they only want to join
in the festivity. It is a glorious day on which to wave palm branches.
Still,
I worry for him. He speaks his truth freely and the priests, the rich,
the powerful are far from pleased. What if more people listened to him,
truly listened? What if they bespoke and followed what he teaches? What
if truly the people desired justice and peace? What if? Then, by the
Graces, truly it would be glorious and I would be content to wave a palm
frond every day I live. But I am not an idolatrous priest, nor am I
rich, nor powerful — greed and lust for power is a terrible disease. And
there are the fearful, the superstitious, the stupid. The people are of
divided opinion; some would die for him, some would stone him for
blasphemy, some teeter, change opinion one moment to the next. One hears
rumors and many are not pleased. This Iesous, I do not think he will
live long. He treads a dangerous path. I, the Hellene, the gentile, the
pagan, fear for him. The rich and the powerful, they do not love him
much.
But it is about us, the people that I wonder. Our
rulers indeed are hypocrites — liars and cheats, thieves and
scoundrels, war-mongers, that hold the Earth for little and twist the
law that would protect the common good to their own advantage, growing
evermore more rich and powerful at our expense. And yet, several times
already the crowd itself would have killed Iesous. It is not good by any
measure.
Today we gather and wave palm branches and
yell, “Hosanna! Hosanna!” in joy of Spring, and Iesous, and each other,
but this joy that should be the root of our empowerment tomorrow will
dissipate and our burdens will not be a grain of wheat more light.
Unless, unless finding our voice we demand justice and peace and
veneration of holy mother Earth.
These people say
humankind was expelled from an earthly paradise and that we must look
for a paradise on the other side of death. But it is here, in this life
that we hunger and thirst, that we bear the cold and the heat, that we
suffer the results of ignorance and fear, that we war and kill one
another — and above all, it is here that we love, enjoy the sun and the
waters, and the taste of bread and of wine, and the ecstasy of the dance
and of music and of art. It is here that we live and if suffering there
is, so is it only here that we know what there is to know of joy and
happiness.
No, we were never exiled from paradise. We
have only spoiled it with our carelessness and greed for wealth and lust
for power, and war. Iesous speaks of the kingdom of his Father-God, but
the justice and mercy and love he prescribes are of the Earth and no
where else.
How long will we tolerate to be ruled by
thieves and liars, hypocrites and warmongers? The Hellene, the Athenian
in me asks this, impatient with the acquiescence of us, the people. The
meek must speak, for our silence is a great betrayal. I worry for us.
Will we listen and create his peaceable kingdom of the just and the
kind? If enough of us want it, who can stop us? It is up to us.
I do not think Iesous will live long. The rich and the powerful, they do not love him much.
© Rafael Jesús González 2018
(From
a sermon given by the author, Palm Sunday 2002, at The Church for the
Fellowship of All Peoples founded by Dr. Howard Thurman, San Francisco,
California at the invitation of its Pastor Dr. Dorsey Blake. Author's copyrights.)