Friday, October 26, 2007

Full Moon: Serpents, Dragons, & the Full Moon


-------------Serpientes, dragones y la luna plena

Hic sunt dracones




erpientes, dragones, vibrias todas codician la luna plena. La tendrían, la más costosa de perlas, para sus montones de tesoro en sus madrigueras, las más profundas cuevas cerca del centro ígneo y agitado de la Tierra. El frenesí de los que habitan las aguas causan las mareas batir con el torcer de sus cuerpos, el azotar de sus colas. Las más altas montañas elevándose a penetrar el cielo o precipitándose a sondear la más profunda oscuridad de las aguas tienen tales cavernas donde tales monstruos se ocultan, celosos de su tesoro, avaros a aumentarlo con metales preciosos y gemas crudas o trabajadas expertamente por sus duendes esclavos o por los hombres.

En nuestra sangre, también, habitan tales bestias, serpientes y dragones celosos y avaros por lo que no saben que. Se ocultan en las cuevas más profundas del corazón, las grietas más confusas de la mente. La luna que provoca mareas los excita, exiliadas criaturas del mar que somos. La inquietud es nuestra maldición y nuestras historias son hechas de nuestros apetitos voraces por tesoros estériles de riqueza, de poder, de fama, del saber, más veces que menos, puesto en servio de usos locos o insensatos. Las batallas de contienda entre las serpientes monstruosas y dragones de las montañas o mares que causan las erupciones de los volcanes y las tormentas feroces nunca podrán igualar la furia y destrucción de nuestra rapiña y nuestras guerras. Lo que intuimos del contento es dañado por temores podridos, por hambres vueltas codicias. Se sabe que también nosotros codiciamos no solamente la luna sino otros planetas y, no lo suficiente sabios para cuidarnos uno al otro ni a nuestra propia Tierra, nos hemos atrevido violar los cielos.

Nosotros, bendecidos con la predisposición mamífera a amar, le hemos permitido demasiado mando a esa porción reptil de nuestra herencia. Somos la única especie conocida voltear y masacrar a su propia raza — de tal se hacen nuestras historias. No hemos aprendido a amar lo suficiente y nos hemos hecho locos. Por grave necesidad debemos explorar esos recintos dentro nuestro ser donde habitan nuestras serpientes y dragones, llegar de acuerdo con ellos y salvarnos a nosotros mismos.

Que la luna que solíamos culpar por nuestra locura nos ayude a registrar las corrientes, los arrecifes, los bajíos, los farallones dentro de nosotros. Lo que sepamos de nosotros mismos es como los antiguos mapas en que, según se cuenta, a los límites del conocimiento de los marinos, los cartógrafos el profundo se dibujaba con serpientes marinas y se anotaba la advertencia: He aquí dragones.


© Rafael Jesús González 2007






-------------Serpents, Dragons, & the Full Moon

-Hic sunt dracones


erpents, dragons, vibrias all covet the full moon. They would have it, costliest of pearls, for their hoards of treasure in their lairs, the deepest caves near the fiery, roiling center of the Earth. The frenzy of those which inhabit the waters cause the tides to churn with the writhing of their bodies, the whipping of their tails. The highest mountains rising to pierce the sky or plunging to sound the deepest darkness of the waters have such caverns where such monsters hide, jealous of their treasure, greedy to augment it with precious metals and gems raw or cunningly wrought by their slave gnomes, or by men.

In our blood, too, abide such creatures, serpents and dragons jealous and greedy for they know not what. They hide in the deepest caverns of the heart, the most labyrinthine crannies of the mind. The tide-provoking moon excites them, exiled sea-creatures that we are. Unrest is our curse and our histories are wrought of our voracious appetites for sterile treasures of wealth, of power, of fame, of knowledge, more often than not, put to insane or senseless uses. The battles of contention among the monster serpents and dragons of mountains or of seas that cause the eruption of volcanoes and the ferocious storms can never equal the fury and destruction of our predacity and our wars. What we intuit of content is undermined by fears turned bad, of hungers become greed. We, too, are known to covet not only the moon but other planets, and not wise enough to care for one another or our own Earth, have dared defile the heavens.

We, blessed with the mammalian predisposition to love, have let the reptilian portion of our inheritance too much sway. We are the only species known to turn and massacre its own kind — of such are made our histories. We have not learned to love enough and have become insane. Of dire necessity we must explore those precincts in ourselves where our serpents and dragons dwell, come to terms with them, and save ourselves.

May the moon whom we were wont to blame for our madness help us to chart the currents, the reefs, the shoals, the farallones within us. What we know of ourselves is like the ancient maps in which, so it is told, at the limits of the mariners’, the cartographers’ knowledge, the deep was drawn with sea serpents and the warning noted: Here there be dragons.




© Rafael Jesús González 2007
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