We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness. — That to secure these rights, Governments are instituted among Men, deriving their just powers from the consent of the governed, — That whenever any Form of Government becomes destructive of these ends, it is the Right of the People to alter or to abolish it, and to institute new Government, laying its foundation on such principles and organizing its powers in such form, as to them shall seem most likely to effect their Safety and Happiness. Prudence, indeed, will dictate that Governments long established should not be changed for light and transient causes; and accordingly all experience hath shewn, that mankind are more disposed to suffer, while evils are sufferable, than to right themselves by abolishing the forms to which they are accustomed. But when a long train of abuses and usurpations, pursuing invariably the same Object evinces a design to reduce them under absolute Despotism, it is their right, it is their duty, to throw off such Government, and to provide new Guards for their future security.
These words, written almost three centuries after Pico Della Mirandola delivered his "Oration on the Dignity of Man" in Rome and just slightly less since the “New World” was stumbled upon by Cristóbal Colón, gave birth to what was to be, 233 years later, an empire already overextended, corrupt, and in decline. Their principal author was a conflicted man, owner of slaves and lover of one of them, surrounded by others of his kind, many equally conflicted, some of whom were members of a cult that arose at the beginning of the century which was to be known as the Age of Enlightenment.
It is a different world today, one in which indeed the Earth has not only been proven to be a globe but seamless; the nation, even more conflicted, though now slavery is illegal and the “men” created equal now include women as well, is presided by a man partly of African descent. The nation has come a long way.
And so, in a difficult time, we mark that day in which the nation was birthed, acknowledging a history with much good and spotted with as much betrayal, with the hope that we may yet live up to the best meaning of this declaration and use what power and grace we have attained to create, with our brothers and sisters everywhere, a truly new world in which we honor one another and which honors the most ancient and sacred Earth.
© Rafael Jesús González 2009
Sostenemos como evidentes en sí mismas estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia en designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad.
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Estas palabras, escritas casi tres siglos desde que Pico Della Mirandola presentó su “Oración sobre la dignidad del hombre” en Roma y escasamente menos desde que Cristóbal Colón topó con el “Nuevo Mundo”, dieron nacer a lo que 233 años más tarde, es un emperio ya demasiado extendido, corrupto y en decadencia. Su autor principal era un hombre en conflicto con si mismo, dueño de esclavos y amante de una de ellos, rodeado por otros de su índole, muchos igualmente en conflicto con si mismos, algunos de ellos miembros de un culto que surgió a principios del siglo que se conocería como la Ilustración.
Es un mundo distinto ahora, uno en que por supuesto la Tierra no solamente se ha comprobado ser globo sino sin costura; la nación, aun más en conflicto con si misma, aunque ahora la esclavitud es ilegal y los “hombres” creados iguales ahora incluyen mujeres también, es presidida por un hombre en parte de ascendencia Africana. La nación ha llegado por largo camino.
Pues, en estos tiempos dificultosos, marcamos ese día en que nació la nación, reconociendo una historia de mucho bien y manchada por igual de tanta traición, con la esperanza de que cumplamos el mejor significado de esta declaración y usemos cual poder y gracia hemos logrado para crear con nuestros herman@s por dondequiera un mundo verdaderamente nuevo en el cual nos honremos unos a los otros y que venere la anciana y sagrada Tierra.
© Rafael Jesús González 2009
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