In 1996 the Bateman Neighborhood Association in Berkeley was given a grant by the city to landscape the turnabout at the intersection of Woolsey & Regent Streets. Neighbors were asked to submit suggestions for the design. (Mine was that of a tree circled by a low cement wall covered with mosaic of broken tiles and crockery brought by the neighbors who would build the wall.) The design chosen was that of neighbors of many years, landscape-architect Denise Snaer-Gauder and her husband Konrad. It was to be of a tree ringed by large lichen and moss-studded boulders and native bunch grass.
On Sunday June 2, 1996, the boulders in place, the neighbors gathered around the turnabout to witness and celebrate the planting of the tree, a coastal oak sapling. I was asked to plant it ceremoniously with offerings and prayer. And so it was. That was twenty-five years ago.
have always been with us
and us with them from our very beginning:
the ceiba of the Mayas; of the Nahuas
that of Tamoanchan; the tree of peace of the
the oak, ash of the Druids;
the bodhi tree of India; the pine of China;
of Eden those of life and of knowledge.
When we cannot be with them in the forests,
we bring them to our cities. So it is we
a coastal oak sapling from the hills
of this land of the Ohlone.
The neighbors gathered round the hole;
sage was lit, the directions were called:
red East; yellow South; black West; white
green up, down, center
where the Tree of Life is rooted.
Cast into the pit were clear quartz for
turquoise for vision, coral for love,
mother of pearl for purity, jade for life.
And so we planted the sapling, gems at its
where two streets cross.
That was a quarter of a century ago.
Now it spreads its branches almost corner to
guardian, counselor, giver of shade
for those neighbors at the planting
now grown old, their children now
with children of their own, the newcomers
and their children for whom our tree
was always there — elder, host of birds,
Grandfather, grandmother, our tree.
Blessed be.
En 1996, la Asociación de la Vecindad de Bateman en Berkeley recibió una subvención de la ciudad para diseñar la glorieta en el cruce de las calles Woolsey y Regent. Se pidió a los vecinos que presentaran sugerencias para el diseño. (El mío era el de un árbol rodeado por un muro bajo de cemento cubierto con mosaicos de azulejos y vajilla rotos traídos por los vecinos que construirían el muro). El diseño elegido fue el de los vecinos de muchos años, arquitecta paisajista Denise Snaer-Gauder y su esposo Konrad. Sería de un árbol rodeado de grandes rocas tachonadas de líquenes y musgo y de hierba nativa.
y nosotros con ellos desde nuestros
la ceiba de los mayas; de los nahuas
el de Tamoanchan; el árbol de la paz de los
el roble, fresno de los druidas;
el árbol bodhi de la India; el pino de China;
de Edén los de la vida y el saber.
Cuando no podemos estar con ellos en los
los traemos a nuestras ciudades. Así es que
un retoño de roble costeño de las lomas
de esta tierra del pueblo Ohlone.
Los vecinos rodearon el hoyo;
se encendió salvia, se invocaron los rumbos:
Este rojo; Sur amarillo; Oeste negro; norte
verde arriba, abajo, centro
donde el Árbol de la Vida se arraiga.
Se arrojaron al hoyo cuarzo claro para
turquesa para visión, coral para amar,
madreperla para pureza, jade para vida.
Y así plantamos el retoño joyas a sus raíces
donde se cruzan dos calles.
De eso ya hace un cuarto de siglo.
Ahora extiende sus ramas casi de esquina a
guardián, consejero, dador de sombra
para los vecinos ya hechos viejos
presentes a su siembra; sus hijos, hijas ahora
con sus propios hijos, hijas; los recién
y sus hijos, hijas para quienes nuestro árbol
ahí siempre estuvo — anciano, anfitrión de
abuelo, abuela, nuestro árbol.
Bendito sea.
© Rafael Jesús González 2021
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