Friday, October 9, 2009

Blow to the Moon


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Golpe a la luna


En vísperas de mi setenta y cuarto otoño lanzaron un proyectil para golpear la luna. Se apunta a uno de los cráteres más profundos y frígidos en el lado oscuro de la luna donde jamás ha llegado el sol. En él se hará otro cráter alzando una columna de polvo tal vez como una de las columnas divinas que se dice guiaron a los antiguos judíos a través del desierto. Buscamos las aguas que la luna pueda ocultar bajo sus mares áridos y yermos.

Criaturas de agua de un planeta acuario codiciamos las aguas imaginarias que pueda tener el pequeño satélite que nos hace ronda, nosotros que hemos envenenado las meras aguas de nuestro nacer y que no hemos sabido cuidar a la Tierra y ni mucho menos a uno al otro de los nuestros.

A este extremo ha llegado nuestra locura por la cual una vez culpábamos a la luna misma. Hace cuarenta años cuando nos atrevimos a pisar su suelo virgen, los chamanes advirtieron que se habían soltado monstruos. No lo creo; para monstruos basta con los que nos muestran los espejos. Somos nosotros mismos los ángeles y demonios que imaginamos. No lo suficiente cuerdos para cuidar de la Tierra, abusamos a la luna y me pregunto si en el más allá haya manicomio adecuado para nuestras almas perdidas.




© Rafael Jesús González 2009







Blow to the Moon


On the eve of my seventy-forth autumn a missile was launched to strike the moon. It is pointed at one of the deepest and most frigid craters on the dark side of the moon where the sun has never come. In it shall be made another crater raising a column of dust perhaps like one of the divine columns said to have guided the ancient Jews across the desert. We seek the waters that the moon might hide beneath her arid and sterile seas.

Water creatures of an aquarian planet, we covet the imaginary waters that the little satellite that circles us could hold, us who have poisoned the very waters of our birth and have not known how to care for the Earth much less for one another of our own.

To this extreme has come our madness for which at one time we blamed the moon itself. Forty years ago when we dared to step upon her virgin soil, the shamans warned that monsters had been let loose. I do not believe it; for monsters enough is what our mirrors show. We ourselves are the angels and demons we imagine. Not sane enough to care for the Earth, we abuse the moon, and I ask myself if in the beyond there is an adequate madhouse for our lost souls.




© Rafael Jesús González 2009
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