Tonight Senator Barack Obama was elected the 44th president of the United States of America. I have often said that this election was the United States’ moment of truth. I am proud to say that we have faced that moment and we have done so honorably and have not been found wanting.
This is the only presidential election at which I have ever wept. Our country, empire that it is, that it has always been, has shown itself capable of change, of becoming more just, of overcoming its shameful legacy of racism enough to elect a man of undeniable African ancestry to the highest office of the land. That I have lived to see it gives me more joy, more hope than I can say.
As for Senator Obama the man, of his many virtues, I will not speak but only say that it makes my heart glad that he can smile; in eight long years, one can become very sick of a smirk. In his election speech he had the grace to place his election in its historical context and took the moment, not to aggrandize himself, but to place the responsibility for the welfare of the nation in our own hands, us the citizens, where, in a democracy, it truly must rest.
Senator Obama’s election as president of the nation is, more than a victory, a challenge and an opportunity for us as a people to truly begin to make of our country the democracy to which we have for so long pretended. The task will be difficult and long, but hope and faith has been renewed and change for the good is possible, nay, is imperative. Yes, we can. If we will.
Rafael Jesús González
Esta noche el senador Barack Obama fue elegido el cuarenta-cuarto presidente de los Estados Unidos de América. A menudo he dicho que estas elecciones eran el momento de la verdad para los Estados Unidos. Diré con orgullo que nos hemos enfrentado a ese momento y lo hemos hecho honorablemente y nos hemos encontrado capaces.
Esta es la única elección presidencial en la cual jamás he llorado. Nuestra nación, emperio que es, que siempre ha sido, se ha mostrado capaz de cambiar, de hacerse más justa, de superar su legado penoso de racismo lo suficiente como para elegir a un hombre de descendencia Africana innegable a la oficina más alta de la nación. Que he vivido para verlo me ocasiona más regocijo, más esperanza que de lo que pueda expresar.
En tanto al Senador Obama el hombre, de sus muchas virtudes no hablaré mas solamente para decir que me llena de alegría el corazón que él sea capaz de sonreír; en ocho largos años uno se puede hartar de la mueca complacida. En su discurso de elección tuvo la gracia de ubicar su elección dentro el marco histórico y tomó el momento, no para exaltarse a si mismo, sino para poner la responsabilidad por el bienestar de la nación en nuestras propias manos, nuestras de los ciudadanos, donde, en una democracia, verdaderamente debe estar.
La elección del senador Obama como presidente de la nación es, más que victoria, un reto y una oportunidad para nosotros como pueblo para verdaderamente empezar a hace de nuestro país la democracia a la cual hemos pretendido por hace tanto. La tarea será difícil y larga pero la esperanza y la fe se han renovado y el cambio para lo bueno es posible, no, imprescindible. Sí se puede. Si lo deseamos.
Rafael Jesús González
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