Op-ed, "
NorCAl Climate Mobilization, Nov. 21",
Berkeley Times, Nov. 5, 2015
by Rafael Jesús González
We are called to gather on Saturday, November 21st in Oakland, at 10:30 in the morning at the Lake Merritt Amphitheater, and at noon march to Frank Ogawa Plaza for a rally at 1:00 in anticipation of the CO21 United Nations talks in Paris the following week. The name of the UN Paris talks hardly tugs at the heart, NorCAl Climate Mobilization is hardly better. The climate when I was young was hardly something to become impassioned about. We took it for granted and hardly thought about it; it was good or bad when we planed a trip or had a ball game to attend — unless of course, it was a matter of a storm, a tornado, a hurricane, or a drought so long that it turned the ground to dust and withered the plants. Now the storms, the tornados, the hurricanes have become so disastrous and so frequent, the droughts so hot and prolonged that it is only ignorance and denial that can keep us indifferent to climate change.
Had I my druthers, I would call the November 21 event the NorCal Mobilization for the Earth or Mobilization for Life, for it is the very Earth itself and the life she bears that climate change direly threatens, and we should be terrified and enraged. Enraged because it is human folly and perversion that have brought us to this point and that resist the changes that would correct it.
Let us be clear that the human folly and perversion to which I refer is that of the Western mind-set, the arrogance of empire, greed and lust for power made virtues. It is the mindset best put forth in the 16th century by Francis Bacon who saw the Earth (as female to be sure) with enmity and as only an object to be mastered and plundered, raped if you will. We see the result of this in the forests razed, the Earth torn apart in open-pit mines, mountains leveled, rivers dammed, the remains of ancestral forests siphoned and spilled, burned polluting earth and sea and skies, all to feed a frenzy of consumption.
Climate Change — the ultimate symptom of the abuse of the Earth that includes the attendant plagues that haunt us still: not only poisonous violation of the Earth, but endemic racism, root of the genocide of indigenous peoples and of slavery that made a commodity of human beings, the disempowerment and belittling of women, the displacement of people forcing them to migrate and persecuting them for doing so, the concentration of wealth in the hands of the few while the many starve without shelter or medicine or education, wars without end,
So much for the listing of evils that we already know; what now? That capitalist mindset ravenous for profit at all costs is institutionalized and immense in its power. The saving of the Earth and, let's say it, our sweet asses, is in our hands or not at all. What we need is a revolution, not of guns, for the tools of destruction are all in the hands of those in power and we cannot fight oppression with the tools of the oppressor, but a revolution of consciousness and of heart and of will. We begin by coming together and together demanding the changes that will restore the Earth and ensure the continuation of life. It must be a revolution of love, a fierce love and a bright joy, a focusing of intellect and will to take local community possession of our sources of food, creation of community-owned sustainable energy, control of our schools and (for those who truly need them) our jails, our health care, extend our commons, create a just and equitable economy based upon care and not obsessive consumption.
We begin by taking to the streets and demanding this be so, together, in joy and celebration and dance, in beauty, in determination, and above all in a fierce love of life, of the Earth, of one another, for the age of the warrior must be brought to an end and the age of the healer must be birthed.
Will you join me? Will I see you on November 21 that we may party together in the streets and together raise our voices, loud, and clear, and committed to changing the world and restoring the Earth to the paradise from which we were never expelled? Let us see each other then. I look forward to it.
© Rafael Jesús González 2015
Columna de opinión, "
NorCAl Movilización Climática, 21 noviembre",
Berkeley Times, 5 de noviembre 2015
por Rafael Jesús González
Se nos llama reunirnos el sábado 21 de noviembre en Oakland a las 10:30 de la mañana en el anfiteatro del Lago Merritt y a mediodía marchar a la Plaza Frank Ogawa para una manifestación a la 1:00 en anticipación de las negociaciones de las Naciones Unidas CO21 en París la semana siguiente. El título de las negociaciones de las NU apenas toca el corazón. Cuando era joven el clima no era cosa que apasionara. La tomábamos de por si y apenas pensábamos de ella; era buena o mala cuando se planeaba viaje o hubiera juego de pelota a que asistir — a menos de que por supuesto se tratara de una tormenta, tornado, huracán o sequía tan larga que volviera el suelo a polvo y marchitara las plantas. Ahora las tormentas, los tornados, los huracanes se han hecho tan desastrosos y tan frecuentes, las sequías tan calientes y prolongadas que sólo la ignorancia y negación nos pueden mantener indiferentes al cambio climático.
Si preferencia tuviera llamaría al evento del 21 de noviembre la NorCAl Movilización por la tierra o Movilización por la vida, pues es la Tierra misma y la vida que lleva lo que el cambio climático tan grave y directamente amenaza y deberíamos estar aterrorizados y furiosos. Furiosos porque son la necedad y perversión humana que nos han llevado a este punto y que resisten los cambios que lo corrigiera.
Seamos claros que la necedad y perversión a la que me refiero es de la mentalidad occidental, la arrogancia de imperio, de la codicia y hambre de poder hechos virtudes. Es esta mentalidad más bien plantada en el siglo 16 por Francisco Bacon que vio a la Tierra (como hembra por supuesto) con enemistad y sólo como objeto para ser dominada y saqueada, violada si gusta. Vemos el resultado de esto en los bosques arrasados, la Tierra destrozada en minas a cielo abierto, montañas niveladas, los ríos represados, los restos de bosques ancestrales extraídos y derramados, encendidos contaminando tierra y mar y cielos, todo por alimentar un frenesí de consumo.
Cambio Climático - el síntoma sumo del abuso de la Tierra que incluye las plagas concomitantes que nos persiguen aun: no solamente la ponzoñosa violación de la Tierra sino el racismo endémico raíz del genocidio de gentes indígenas y de la esclavitud que hizo mercancía de seres humanos, despojo de derechos y hacer menos a la mujer, el desplazamiento de personas obligándolas a emigrar y luego persiguiéndolas por haberlo hecho, la concentración de la riqueza en manos de los pocos mientras los mucho mueren de hambre sin abrigo o medicina o educación,
Tanto por enumerar los males que ya sabemos ¿ahora qué? Que la mentalidad capitalista voraz por la ganancia a todo costo está institucionalizada e inmensa en su poder es dado. El salvar de la Tierra y, digámoslo, de nuestros dulces rabos, está en manos nuestras o de ningún modo. Lo que necesitamos es una revolución, no de armas pues los instrumentos de destrucción están todos en manos del opresor sino de consciencia y de corazón y de voluntad. Empecemos por reunirnos y unidos exigir los cambios que puedan restaurar a la Tierra y asegurar la continuación de la vida. Tendrá que ser una revolución de amor, de un amor feroz y un regocijo reluciente, un enfoque del intelecto y de la voluntad para tomar posesión local de nuestro abastecimiento de comestibles, creación de energía sostenible en posesión comunitaria, control de nuestras escuelas y cárceles (para l@s que verdaderamente las necesiten), de nuestra asistencia médica, extender nuestros comunes, crear un sistema económico equitativo y justo basado en el querer y no en el consumo obsesivo.
Empezamos por tomar a las calles exigiendo que así sea, unidos, en goce y celebración y danza, en belleza, en resolución y sobre todo en amor feroz a la vida, a la Tierra, a un@s a l@s otr@s, pues debe ponerse fin a la edad del guerrero y debe hacerse nacer la edad del/a sanador@.
¿Me acompañas? ¿Te veré el 21 de noviembre para juntos festejar en las calles y juntos levantar la voz fuerte y clara y resuelta a cambiar al mundo y restaurar a la Tierra al paraíso del cual jamás hemos sido expulsados? Veámonos entones. Lo espero.
© Rafael Jesús González 2015
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